"La publicidad, ¿A quién le importa? Los anuncios se olvidan, hacen reir, molestan..." decían desde Autocontrol hace unos cuantos años. Y la verdad es que no le falta razón. Desde que estudié marketing en la universidad he aprendido a valorar la publicidad. De hecho, podría atreverme a decir que la publicidad es un Arte. Sí, para hacer un anuncio y lograr su objetivo es un proceso largo, tedioso, costoso y con grandes, no: enormes dosis de creatividad.
El objetivo de la publicidad lo sabemos todos: dar a conocer su producto, posicionamiento de marca, de producto, bla bla bla... pero, ¿Qué es lo ideal? Lo ideal es no saturar. A pesar de los intentos de hacer un anuncio dinámico y que llamen la atención, con colores, destellos, cambios rápidos de secuencia, música pegadiza, se llega al punto de saturar, de repetir un anuncio tantas veces que hace llegar a odiar el anuncio e incluso podrá llegar a repercutir ese odio en la marca, lo cual es contraproducente.
Ya no vale sólo con conectar con el cliente, comunicar bien lo que quieres trasmitir, ni utilizar técnicas obsoletas. Ahora hay que divertir, impresionar y hacer que tu anuncio quiera verse, y no incitar al zapping y por tanto a connotaciones negativas. El resto viene sólo: marketing viral, posicionamiento de producto/marca....
Un claro ejemplo, que me ha hecho reflexionar es el de Popitas.
Como podéis ver es un anuncio que a mi modo de ver, es increíblemente gracioso. Detrás de ésto puede parecer que no haya trabajo, pero hacer reir a una persona que acaba de interrumpir su programa o película favorita por esto, es increíblemente dificil.
Son los anuncios que más me han gustado en lo que lleva de año el 2014. Espero que os haya gustado la reflexión. Un saludo!
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